Hoy tus ojos apagan su resplandor, una lágrima desliza por tu mejilla, un reflejo silencioso de tus amargos sueños, una simple pesadilla que devora tus ilusiones.
Dulces y amargas noches se encuentran en tu mente, tal vez sea un recuerdo, un mal sueño de aquella persona que se fue de tu lado a pasos gigantes. Recuerdas sus pasos hacia una puerta que dignifique un viaje sin retorno, un viaje terrenal pero lejos de ti. Golpes de pecho.
Hoy recuerdo esa triste noche que te fuiste, en ese momento comprendí tu valor, hoy mis lagrimas y mi mente me reclaman y recalcan la estupidez que cometí.
No pude detenerte, tu corazón estaba destrozado, aun no comprendo en lo que me convertí, no comprendía tu dolor ni tus lagrimas, tu dulce voz demostrándome lo que en verdad existía en mi corazón.
Hoy lo comprendo, hoy que ya no estás, que atravesaste esa puerta la cual sigo mirando anhelando tu regreso.
Hoy me convertí en un perro fiel de tu recuerdo, pero eso ya no importa, nada ni nadie borrara el daño que te hice ni el dolor que siento en este momento.
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